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La meditación dinámica en la última semana y en especial hoy ha sido un encuentro con mis terrores: ir al centro de uno mismo que es como un tobogán de agua dulce. Un coraje que no sé de donde viene me atasca, me llena, me quema, y a la vez una alegría insólita se nutre de mí. Y carajo: Año nuevo; ese calendario imperial de mierda. Pero ¿por cuál decidirse? Puede ser el maya de José Arguelles y sus baktunes, que no tomó en cuenta el cambio de Gregorio. O quizás el islámico de mil cuatrociéntos y tantos desde la hégira del profeta. O mejor todavía: El neo-calendario que comenzó con la caida del bloque sovietico y que entronizó a los comerciantes, a los demócratas de bolsillo, a los tecnócratas y sus contrapartes pupulistas. O quizás los neocreacionistas y pronto los megadarwinistas. Mejor seguir el calendario napoleónico y su caudas de terrores, brumarios y la esquizofrenia intrínseca del modelo de democracia francesa. Aunque para América Latina sería mejor seguir el modelito de carlitos quinto o quizá el de Simón Bolivar, O´higgins, Iturbide y Morelos.
Pero el coraje no se vá, y cada vez que voy más adentro me encuentro con estos discursillos, como si el pasado se remontara en olas salvajes, naif, de estercoleros ambulantes.
Prefiero a Lilith, una zorra y puta bien hecha, que a la santa Eva.
Un dolor quemante, al cuál puedo solo observar, truena a cada paso de danza, de celebración; celebrar el dolor, la alegría, el estar experimentando el ir mas adentro, al hoyo de la nada.
Si que estoy sacando cosas que duelen, sacar y completar; la meditación dinámica es en esencia un paso a tí mismo.
Por cierto que buena está la actora que sale en la serie de ciencia ficción Andrómeda.
Foto: Osho en sus primeros años, Campo de meditación